Sus aplicaciones han sido objeto de gran cantidad de estudios científicos y, actualmente, se conoce por aportar nutrientes y sustancias antioxidantes, antinflamatorias, antihistamínicas, antibacterianas o dermoprotectoras, entre otras. Aunque aún queda mucho por explorar sobre sus posibles beneficiosos, a continuación, listamos las principales propiedades por la que se conoce:
- Posee más de 40 antioxidantes que contribuyen a regular el estrés oxidativo, entre los que destacan la vitamina A y la quercitina. La vitamina A es importante para la visión y el sistema inmunitario, así como el buen funcionamiento de órganos vitales como el corazón, los pulmones o los riñones. Una cantidad adecuada de moringa puede aportar del 14 al 20% de las necesidades diarias de esta vitamina. Por su parte, la quercitina podría ayudar a prevenir la propagación de células cancerosas y el crecimiento tumoral.
- Contiene vitamina B1, necesaria para convertir los carbohidratos en energía y, por tanto, suministrar energía al cuerpo, especialmente al cerebro y al sistema nervioso. Esta vitamina también interviene en la contracción muscular y la conducción de las señales nerviosas.
- Alto contenido en hierro, lo que ayuda al organismo a la formación de hemoglobina, previene estados de fatiga y cansancio y mantiene la salud del cabello, la piel y las uñas. Una cucharada sopera de moringa puede aportar entre un 10 y un 15% de las necesidades diarias de este mineral.
- Nos aporta calcio y magnesio, que contribuyen a fortalecer nuestros huesos y actúan en el sistema nervioso y muscular.
- Rica en aminoácidos esenciales: la Fundación Española de Nutrición (FEN) afirma que esta planta contiene todos los aminoácidos esenciales para nuestra salud, concretamente 18 de los 20 existentes.
- Es una fuente natural de vitamina E, importante para proteger las membranas celulares y para la correcta función del sistema cardiovascular y el sistema inmunitario. Nos puede ayudar a aportar hasta el 23% de la cantidad diaria que necesitamos de esta vitamina.
La riqueza de los nutrientes que contiene la moringa contribuye a combatir problemas respiratorios como el asma, prevenir la diabetes, reducir el riesgo de sufrir anemia y proteger el corazón. Asimismo, sus efectos antiinflamatorios nos permiten reducir procesos inflamatorios y controlar el estrés oxidativo, ayudándonos al balance natural de las hormonas, esencial para paliar los efectos de la menopausia, así como síntomas de enfermedades como el reumatismo o la artrosis.
Cómo podemos consumir la moringa
La misma FEN afirma que, en España, el consumo de moringa ha aumentado en los últimos años y que la manera más fácil de conseguirla es a través de las hojas desecadas y del extracto, en forma de cápsulas o polvo. En el caso de consumirlo en complementos alimenticios, que han demostrado ser seguros, eficaces y de calidad, debemos seguir las indicaciones del fabricante. Si optamos por el polvo de moringa podemos añadirlos en zumos, sopas, yogures o el café.