El principal componente del konjac es el glucomanano, un polisacárido que se encuentra en la raíz del tubérculo y que no es digerible en su totalidad por nuestro organismo, por lo que se considera una fibra dietética. Según la Unión Europea, el glucomanano está catalogado como complemento alimenticio y su bajo contenido calórico -no aporta azúcares ni grasas saturadas- hace que se use tanto en dietas de adelgazamiento como en dietas de deportistas.
Tras años de uso en Asia, esta planta medicinal ha llegado con fuerza a Europa, usándose principalmente como supresor natural del apetito. No obstante, sus beneficios van mucho más allá:
- Propiedades digestivas: al estar compuesto sobre todo por fibra es muy fácil de digerir y favorece el tránsito intestinal -como otras fibras hidrosolubles-, por lo que ayuda a reducir el estreñimiento. Asimismo, al actuar como agente regulador de la digestión, se promueve la eliminación de deshechos y toxinas.
- Propiedades hipoglucémicas: se ha observado que puede ralentizar la liberación de glucosa, favoreciendo el control glucémico y reduciendo la glucosa y lípidos en sangre, así como la presión arterial.
- Propiedades reductoras de colesterol LDL: según varios científicos, el glucomanano interfiere en el transporte de colesterol, lo que ayuda a limitar la acumulación de colesterol en las arterias. Estas dos últimas propiedades convierten el glucomanano, tal y como afirma la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), en un alimento que puede ayudar a prevenir las enfermedades cardiovasculares.
Además de consumirlo como alimento, el konjac se puede consumir en complementos alimenticios, que han demostrado ser seguros, eficaces y de calidad. Su ingesta se suele aconsejar unas horas antes de la comida y, por supuesto, antes de empezar a tomarlo se debe consultar a un profesional sanitario y se deben seguir en todo momento las indicaciones del fabricante.