Tal y como afirman estudios al respecto, esta fruta destaca por su alto contenido en vitamina C, en un rango de 1.500 a 4.500 mg/100g, lo que supone alrededor de 50 a 100 veces más que otras frutas cítricas conocidas popularmente, como la naranja o el limón. Curiosamente, los frutos verdes tienen mayor contenido de ácido ascórbico que los de color rojo, ya que los niveles de esta vitamina descienden al ir madurando.
La vitamina C es conocida ampliamente por contribuir al normal funcionamiento del sistema inmune y ayudarnos a prevenir resfriados. No obstante, sus propiedades antioxidantes también:
- ayudan a proteger las células del envejecimiento prematuro y de los daños causados por los radicales libres.
- reduce la fatiga.
- es esencial para la síntesis de colágeno, componente estructural de los huesos, la piel y los vasos sanguíneos, y necesaria para la cicatrización de las heridas.
- mejora la absorción del hierro.
Además de su elevado contenido en vitamina C, la acerola también es rica en:
- Vitamina A: es esencial para la visión, nuestras defensas y el buen funcionamiento de órganos como el corazón, los pulmones o los riñones, entre otros.
- Vitaminas B1, B2, B3, B5 y B6: cada una desempeña un papel diferente en nuestra salud. La vitamina B1 (tiamina), la B2 (riboflavina) y la B3 (niacina) son vitales para el crecimiento, desarrollo y funcionamiento de las células del organismo. Por su parte la vitamina B5 (ácido pantoténico) también tiene un papel importante en la fabricación y descomposición de las grasas, mientras que la vitamina B6 es esencial para que funcionen bien las enzimas e influye en el desarrollo cerebral durante el embarazo y la infancia, al igual que el sistema inmunitario.
- Vitamina E: además de proteger del daño de los radicales libres, ayuda a estimular nuestras defensas para que puedan combatir virus y bacterias. También ayudar a dilatar los vasos sanguíneos y evitar la formación de coágulos de sangre en su interior.
- Minerales como el calcio, el fósforo, el magnesio, el hierro, el potasio, el sodio y el zinc. En nuestro cuerpo, y dependiendo de cada mineral, se encargan de formar parte de la estructura de huesos y dientes, así como de participar en el metabolismo energético, en la coagulación, en la función inmunitaria, la función muscular y la función nerviosa.
Por otro lado, tampoco hay que perder de vista que la acerola contiene otros compuestos antioxidantes como los polifenoles y los carotenoides, que ayudan a neutralizar los agentes oxidantes que generan daño celular y ayudan en la prevención de enfermedades cardiovasculares.
La acerola es una fruta bastante sensible, por lo que es difícil consumirla como fruta fresca fuera de los países de cultivo. La mejor forma de consumirla es en forma de extractos, zumos o complementos alimenticios vitamínicos, que han demostrado ser seguros, eficaces y de calidad.