El zinc es un mineral presente en las células de todo el cuerpo. Ayuda al sistema inmunitario a luchar contra las bacterias y los virus, y también interviene en la producción de ADN y las proteínas.
Asimismo, en las mujeres embarazadas es fundamental para el correcto funcionamiento del desarrollo fetal, ya que contribuye al crecimiento del bebé durante el embarazo. Durante esta etapa también puede ayudar a reducir el riesgo de hipertensión e incluso de preeclampsia.
Dado que las demandas de zinc aumentan durante el embarazo, aumenta el riesgo de deficiencia de este mineral y, con ello, aumenta el riesgo de padecer hipertensión arterial inducida por el embarazo. Este riesgo, además, es más acentuado en el caso de mujeres embarazadas que consumen principalmente alimentos de origen vegetal, dadas las bajas concentraciones de zinc en este tipo de dietas.
Un nuevo estudio ha analizado a 160 mujeres gestantes durante el tercer trimestre de embarazo y los resultados muestran que la baja ingesta de zinc parece estar relacionada con niveles altos de hipertensión arterial inducida por el embarazo. Esto es debido a que, tal y como cuentan los investigadores, “el zinc durante esta etapa puede ayudar a prevenir o mitigar casos de hipertensión gestacional”, que afectan tanto a la madre como al bebé. No obstante, señalan que, “se necesitan más investigaciones y análisis para comprender completamente la relación entre los niveles de zinc, la hipertensión arterial inducida por el embarazo y sus implicaciones para la salud materna y fetal”.