La zanahoria contiene elevados niveles de carotenoides, antocianinas y otros compuestos fenólicos. Los compuestos carotenoides son sustancias que actúan como potentes antioxidantes que protegen las células de las moléculas dañinas y se convierten en vitamina A (retinol) en nuestro cuerpo. Las xantofilas, la zeaxantina, la neoxantina o la luteína son otros pigmentos carotenoides presenten es la zanahoria que no solo ayudan a mantener la salud ocular, protegiendo la visión y reduciendo el riesgo de degeneración macular, sino que, gracias a sus propiedades antibacterianas y antifúngicas, también intervienen en la salud inmunológica, son antiinflamatorias y analgésicas, reducen la presión arterial y presentan propiedades cardioprotectoras, hepatoprotectoras e incluso anticancerígenas.
Asimismo, la zanahoria supone una buena fuente de fibra dietética y oligoelementos como el magnesio y el manganeso, que actúan en el metabolismo de los carbohidratos, la producción de energía, la absorción de hierro, la secreción de insulina y la coordinación de las enzimas antioxidantes en el cuerpo. También es rica en potasio, ayudando al buen funcionamiento de los músculos.
Nuevas investigaciones han observado que los productos nutracéuticos elaborados a partir de la zanahoria conservan un alto contenido de carotenos junto con propiedades antioxidantes. De este modo, los resultados obtenidos respaldan el desarrollo de complementos alimenticios a base de zanahoria, que han demostrado ser seguros, eficaces y de calidad, para prevenir y reducir problemas de salud relacionados con el estrés oxidativo y con la deficiencia de vitamina A, así como enfermedades no transmisibles (ENT) -como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la diabetes o las enfermedades respiratorias crónicas-.
Antes de ser diagnosticadas y tratadas, estas patologías pueden abordarse a través de la prevención, que suele ser menos costosa que el tratamiento, ya que implica cambiar los hábitos de vida y la alimentación. Mediante cambios en la dieta, los investigadores analizan cada vez más los compuestos naturalmente presentes en los alimentos que puedan evitar el desarrollo de las ENT y que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), suponen un 71% de las muertes que se producen cada año en el mundo.